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Mi Historia: Cómo empezó todo

Y luego de un año, llegó el día de partir, para preparar el exámen MIR en España.

Nunca olvidaré ese día, despidiéndome de mi familia. Hubo muchas lágrimas y tristeza. Me había propuesto conseguirlo sí o sí, y no volvería hasta haberlo logrado, lo cual podría tomar unos años.

En el fondo tenía la intuición de que lo conseguiría, y eso significaría alejarme para siempre de mi familia y país de orígen. Probablemente ya no volvería a vivir ahí, y regresaría sólo de visita. Y al final, eso fué lo que pasó.

Afortunadamente tenía a mis tíos y primos que viven en Barcelona. Viví con ellos unos meses mientras me preparaba para hacer el exámen MIR de la especialidad.

Después de largas jornadas de 12 horas estudiando por unos meses, lo conseguí. Y escogí la especialidad de Digestivo. Me gustaba porque tenía procedimientos endoscópicos y las enfermedades eran muy variadas.

La plaza para hacer la especialidad la escogí en Málaga, donde no tenía familia, amistades ni conocía a nadie.

Recuerdo incluso como si fuera ayer cuando llegué en autobús a Málaga desde Barcelona, a las 6 de la mañana. Esperé hasta las 9 sentado en un banco en la estación, sólo, esperando a que abrieran las tiendas y comercios.

En aquellas épocas, antes del año 2000, la situación económica del Perú era peor, y para tener un sueldo decente tenía que trabajar como médico en tres sitios. Así estaba, corriendo de un sitio a otro y haciendo guardias.

Por fín me armé de valor y decidí hacer la especialidad en el extranjero. Aunque Estados Unidos era la opción clásica, no me atraía el estilo de vida que tienen ahí y había visto cuando estuve en Chicago a los 13 años.

Y finalmente me decanté por España. Hice todos los trámites de convalidación del título de médico.

banderas peru españa

Me puse a buscar un albergue donde quedarme unos días mientras buscaba un piso o apartamento donde quedarme. Porque económicamente no estaba para permitirme hoteles.

Los comienzos son difíciles.  Sobre todos si cambias de país y ciudad, a un sitio donde no conoces a nadie. No tenía amistades y me sentía sólo. Además el dinero no me sobraba, más bien lo tenía ajustado por lo que debía compartir piso con otros amigos de la especialidad.Y ni pensar en coger un vuelo a Perú para visitar a mi familia.

Pero afortunadamente en el lapso de un par de años todo cambió.

Hice muchas amistades en el hospital donde hacía la especialidad, e incluso con el sueldo pude visitar a mi familia en Perú periódicamente. Varios años después me casé y tuve a mis 2 princesitas, mi mayor razón para vivir.

Desde los primeros años de mi formación como Médico Digestivo o Gastroenterólogo, me dí cuenta que no todo eran enfermedades serias tipo úlceras de estómago, cánceres o problemas serios del hígado.

Había muchas enfermedades digestivas conocidas como funcionales. Son aquellas en las que la persona siente las molestias, que algo no va o “funciona” bien, pero las pruebas diagnósticas como analítica de sangre, examen de heces, endoscopias altas o bajas no encuentran ninguna alteración que lo justifique. El síndrome de intestino irritable o la dispepsia son ejemplos clásicos de enfermedades digestivas funcionales.

Y lo peor de todo es que aunque habían muchos medicamentos para ayudar con las molestias, no les resultaban efectivos a un buen porcentaje de los pacientes.

Por ejemplo, muchos de mis pacientes con Colon Irritable no llegaban a aliviarse del todo, y seguían con molestias a pesar de los medicamentos. Y el resto de personas a las que si les ayudaban los medicamentos, tenían que estar enganchados a ellos todo el tiempo.

Y esta ineficacia de los medicamentos pasaba no sólo con las enfermedades digestivas funcionales, sino también con las intolerancias alimentarias. Cuando tienes estas intolerancias a alimentos, se pueden usar medicamentos para calmar parcialmente los síntomas como las diarreas o la hinchazón y dolor del vientre. Pero lo lógico e ideal es encontrar los alimentos específicos que tu cuerpo no tolera bien, y evitarlos.

Así con el paso de los años me dí cuenta que para las intolerancias alimentarias y muchas enfermedades funcionales -como el colon irritable- los medicamentos no son la única o mejor opción para tratarlas.

Y realmente me sentía frustrado. Ocho años estudiando medicina en Perú más cuatro años de especialidad en España, y no tenía una forma realmente efectiva de ayudar a algunos de mis pacientes. Pero aún así, era la única forma que conocía de tratamiento y seguía utilizándola.

Hasta que un día llego a mi consulta María. Ella tenía un colon irritable diagnosticado un par de años atrás. Había sido vista por 2 médicos gastroenterólogos y había pasado ya por 2 endoscopias bajas y varios ciclos de medicamentos.

Incluso había probado remedios naturistas, de herboristería, sin resultado alguno.

Y por supuesto había seguido todos los consejos de alimentación saludables típicos. Y nada de ello resolvía sus problemas. Se sentía frustrada, que las medicina occidental tradicional no servía. Estaba a punto de acudir a un “curandero” a probar suerte.

La verdad hice mucha empatía con esa paciente. Me contó sus vivencias y sentimientos con tal intensidad, que sentí como si esas dolencias las estuviera viviendo un familiar mío.

Y la verdad que al contarme y mostrarme por escrito toda la tanda de medicamentos que había recibido y no le habían servido, me sorprendió. Porque la mayoría de ellos son los que yo utilizaba para el Colon Irritable, y había pensado inicialmente en prescribirselos.

O sea que en ese momento, no tenía recursos con los que ayudarle. Volvieron mis recuerdos de frustración, me sentí abrumado y a la vez impotente.

Estaba claro los medicamentos y la medicina tradicional no funcionaban.

Le propuse una prueba diagnóstica adicional que no se había hecho para descartar una intolerancia alimentaria. Y tras salir normal le dije la verdad, que en ese momento no teníamos mucho más opciones de medicamentos para ayudarle, pero me gustaría verla en unos meses para saber cómo iba.

Con la frustración que sentía tras 12 años de estudios médicos y sin tener una solución que ofrecer, me propuse tratar de encontrar algo que pudiera hacer por ella.

Y me puse a investigar posibles soluciones en la literatura médica, pero que no se basaran en fármacos. Leí sobre terapia con hipnosis, acupuntura, y muchas otras cosas. No había nada concluyente.

Hasta que encontré los FODMAPs, de lo cual se publicó algo por primera vez en 2005. Luego el equipo del Dr. Peter Gibson, de la Monash University en Melbourne, Australia, desarrolló toda una dieta en base a ello. Y aparte de los FODMAPs y la alimentación, me dí cuenta de las otras claves imprescindibles en los que se basa el alivio del colon irritable.

La solución tendría que estar en esa línea. Existe ya una creciente evidencia científica que avala la eficacia de la dieta baja en FODMAPs en el colon irritable.

Monash University

Además se utiliza incluso como tratamiento de primera línea en algunos países como Australia, y está ya ampliamente difundida en Estados Unidos y Reino Unido, aunque aún es infrautilizada en España y demás países de latinoamérica.

Así que decidí apostar por esta metodología. La nutrición y alimentación sana siempre es algo que me había gustado. Y por eso también obtuve hace algunos años una certificación de Coaching Nutricional por Precision Nutrition.

Me empape de todo lo que había al respecto, y unos meses después llamé a María para ver como estaba.

Seguía más o menos igual, y le propuse valorar un nuevo plan de alimentación, basado en los FODMAPs. Me dijo inmediatamente que sí. Había intentado casi de todo, así que le daba igual probar algo más.

Tras las dos primeras semanas siguiendo la primera etapa de eliminación, María se sentía eufórica. Hacía años que no se sentía así. Que pudiera sentarse tranquila en el sofá después de comer, y no tener que levantarse para ir corriendo al baño.

Es cierto que al principio le costó adaptarse un poco, pues tuvo que quitar algún que otro alimento que le gustaba, pero valía la pena el alivio. Luego en la etapa de reintroducción, se sintió mucho mejor al darse cuanta que no le caían mal todos los alimentos, y pudo volver a comer varios de sus alimentos favoritos sin problema.

A María le parecía increíble, después de varios años, no tener más molestias del Colon Irritable y vivir una vida normal, libre del dolor. Volvió a disfrutar de las comidas, sin temor a esas incómodas molestias digestivas tipo diarreas o dolor del vientre.

Y dado que aprendió a reconocer lo que le caía mal, volvió a empezar a salir de casa nuevamente. Ya sea a un restaurante o a la casa de amigos o familiares, pues sabía que es lo que podía comer y en qué cantidades lo podía tolerar.

Por mi parte, me llenó de satisfacción poder ayudar a María. Ayudarle a tener el control de su vida, para planear las vacaciones o cualquier evento sin preocuparse dónde está el baño más cercano.

Y me dí cuenta de que lo que ella había vivido podría serle útil a muchas personas. Así que seguí aprendiendo e implementando esta metodología progresivamente con mis pacientes, y los resultados me siguen sorprendiendo hoy en día.

Que las personas mejoren claramente de sus molestias del colon irritable cambiando su forma de alimentarse y su estilo de vida, sin medicamentos.

Y de seguro que tu también puedes lograrlo. En otro artículo te seguiré contando como tu también puedes resolver tu problema del Colon Irritable con la alimentación.